ALTAS TERNURAS
XI
¡Ah, pobre Madre mía idolatrada!
¡Yo te juré vivir mientras vivieras;
y aunque bien sé que sin cesar me esperas
tú no quieres que acorte la jornada!
Porque tú estás en mí, reconcentrada,
¡como si el todo de mi vida fuera!
Madre, —te juré yo— ¡mientras no mueras
esta existencia atroz, será sagrada!—
¡Y como tú no has muerto (aunque a la fosa
dicen que te llevé), porque te siento
junto a mí, más querida y cariñosa,
no sé si al exhalar mi último aliento,
hoy, por mi voluntad, Madre piadosa,
será o no quebrantar mi juramento!
Julio Flórez