ALTAS TERNURAS
X
Al verte, Madre, entre los brazos presa
de la parca, ceñime a tus despojos
y, con mis dedos, te cerré los ojos,
cumpliendo así mi funeral promesa.
¡Cómo es la vida! Aquella tarde, ilesa,
del sol poniente ante los rayos rojos,
de un crucifijo al pie, puesta de hinojos,
yo, dejádote había; y ¡oh, sorpresa!
¡Tornaba, aquella tarde, más dichoso
a tu lado, que nunca! De repente
entré a tu cuarto: hallelo silencioso...
¡Y, al buscar tu mirada y tu sonrisa
con tu cadáver tropecé!... ¡y hay gente
que afirma aún que el corazón avisa!
Julio Flórez