ERRANTE
Solo y huraño y mudo peregrino,
detuve el paso en escondida roca
y me olvidé de todo: de mi sino,
del inmenso zarzal de mi camino...
por escuchar los cantos de tu boca.
Y allí me hubiese estado eternamente,
d'esa divina música en demanda,
si no hubiese escuchado, de repente,
la misma voz del Dios Omnipotente
que dijo al triste Ashverus: ¡Anda, anda!
¡Y tuve que partir... Mas, donde quiera
que voy o vaya, en la fatal balumba,
yo sé q'el eco de tu voz me espera...
y que resonará, cuando yo muera,
hasta en el mismo fondo de mi tumba!
Julio Flórez