ASÍ FUE
Dormía. De la crisis en acecho,
mudo la contemplaba, de hito en hito,
como un nenúfar pálido, marchito,
en un estanque albísimo: su lecho.
De pronto, l'ancha curva de su pecho
se dilató, cual si de vida un grito
fuese a lanzar... y atónito y contrito,
rodé a sus pies, en lágrimas deshecho.
Después, incorporándome y gimiendo,
—¿Sufres?— le pregunté —¡pobre alma mía!—
—Habla, que más que tú... me estoy muriendo.
¡Ni un estremecimiento de agonía...
Ni un suspiro, ni un ay siguió durmiendo,
siguió durmiendo... y duerme todavía!
Julio Flórez