AL TEQUENDAMA
¡Ah yo soy como tú; también fui río;
me deslicé por sobre blanda arena,
bajo un cielo de bóveda serena,
y recorrí la vega y el plantío!
Más tarde... la fatiga y el hastío,
y más que todo, la desdicha ajena,
al repletar mi corazón de pena,
me sentí desplomado en el vacío.
Y estoy cayendo en el abismo obscuro
de mi dolor letal, sordo, infinito...
como tú, del peñón inmoble y duro.
Voy, como tú, tras negra lontananza,
lanzando siempre, como tú, mi grito;
¡ay... pero sin un iris de esperanza!
Julio Flórez