A MI MADRE 1
Todavía el Dolor ara su frente
se humedecen sus ojos todavía;
sus ojos, ¡ay!,
donde también el día
radió como en las cumbres del oriente.
Huyen las tempestades de mi mente
cuando los dedos de su mano fría
se hunden temblando en la melena mía
y amorosos la erizan blandamente.
Ella es el astro de mi noche eterna:
Su limpia luz, en mi interior, se expande
como el lampo de sol en la caverna.
¡Yo la adoro!... ¡La adoro sin medida,
con un amor como ninguno, grande,
grande!... ¡A pesar de que me dio la vida!
Julio Flórez
1 También titulado MADRE.