XV
Dejando en la resaca mi barqueta,
bajo los platanales me extravió;
y, echado en el silencio del sombrío,
mi ser se aclara como el agua quieta.
Perfumo mis nostalgias de poeta
en el sagrado ambiente del plantío;
recojo ensueños, y al tornar al río,
queda vertiendo lágrimas la grieta.
Con el alma impregnada de poleo,
oigo gemir la triste chilacoa;
humilde y solo en el playón me veo.
y ya cuando al crepúsculo me embarco,
por donde va pasando mi canoa,
florecen las estrellas en el charco.
José Eustasio Rivera