XIV
El sordo escarabajo esmeraldino
se dora en un matiz multicoloro:
almendra de metal, ascua de oro,
amatista de oriente solferino.
Irisada la antena de platino,
hace zumbar el élitro sonoro
y raya, como flavo meteoro,
con su vuelo el ambiente cristalino.
Rozando la enrejada claraboya,
brilla otra vez, cual vagabunda joya,
y, cegado en su luz, se hunde en la viga;
mas, tenuemente, al ocultarse, miro
surgir desde la celda en que se abriga
lampo sutil de nácar y zafiro.
José Eustasio Rivera