VII
Revestido con púrpuras de ocaso,
voy, bajo un cielo de vibrante domo,
como un rajah, sobre el paciente lomo
de un tardo buey de elefantino paso.
Franjada nube de mullido raso
copia en las charcas su extenuado cromo;
y las llanuras, de color de plomo,
se van muriendo al resplandor escaso.
Del buey solemne el asta inofensiva
con los celajes últimos se aviva;
bórranse las palmeras suplicantes,
y lleno de feliz presentimiento,
como los Magos, en la noche errantes,
hacia la estrella del confín me oriento.
José Eustasio Rivera