VIII
Dando toques de alarma, se apresura
a convocar la grey despavorida;
y en la tremenda noche, su embestida
rechaza al tigre en la maleza oscura.
Amanece batiendo la espesura;
y mientras torna con la nuca herida,
se despeja el confín, y agradecida
muge la gran vacada en la llanura.
Llena de ardor, sobre la oliente grama
opulenta novilla lo reclama;
y cuando ante el asombro de los montes
en un fecundo salto la violenta,
refulge entre su enorme cornamenta
el sol de los lejanos horizontes.
José Eustasio Rivera