IX
La resaca se extiende como fino damasco
donde brillan los oros de la luz que despunta,
y aquí, bajo las frondas que el guadual descoyunta,
pescadores alegres, machacamos barbasco.
Y de las atarrayas al ruidoso chubasco,
bocachicos y pejes, el pavón, la corunta,
van boqueando dispersos... pero el agua los junta
y la fila plateada se recuesta al peñasco.
Irguiendo, moribunda, las aletas dorsales,
rasga la sardinata los sonoros cristales;
y cuando se voltea bajo el rayo de sol,
se enciende, como un cirio, el rubí de la escama,
y entre peces flotantes, esa trémula llama
contagia las espumas de un matiz tornasol.
José Eustasio Rivera