COCUYOS
En mi niñez descubro los cocuyos.
(Sabré mucho más tarde que se llaman luciérnagas).
La noche pululante del mar Caribe
me ofrece el mundo como maravilla
y me siento el primero que ve cocuyos.
¿A qué analogo lo desconocido?
Las llamo estrellas verdes a ras de tierra,
lámparas que se mueven, faros errantes
hierba que al encenderse levanta el vuelo.
Cuánta soberbia en su naturaleza,
en la inocente fatuidad de su fuego.
Por la mañana indago: me presentan
ya casi muerto un triste escarabajo.
Insecto derrotado sin su esplendor,
el aura verde que le confiere la noche;
luz que no existe sin la oscuridad,
estrella herida en la prisión de una mano.
José Emilio Pacheco