A CALDERÓN
Con voz clamaste de pesar profundo,
Al contemplar la pequeñez humana:
«Sombra es la vida, como el sueño vana;
Y es fantástico bien el bien del mundo».
Pero brillando tú claro y fecundo
Sol en los cercos de la escena hispana,
¿Cómo ilusión te pareció liviana
La fuerza de tu ingenio sin segundo?
Tú, desde el envidiado Manzanares
Al Arno, al Rhin y al Plata, mereciste
Respeto, admiración, lauros y altares;
Y pues eterna vive tu memoria,
Con más justa razón decir debiste:
«Sueño todo será; verdad mi gloria».
Juan Eugenio Hartzenbusch