BALADA
En el mirador
las hijas del duende
murmuran amor.
Por el ventanal
se miran sus talles
de rosa percal.
En ronda rondín
la brisa les bebe
su olor aserrín.
Con suave candor
las hijas del duende
cintilan de amor.
En el viejo altar
de la sacristía
se quieren casar.
Con traje español
que lleva bordados
la luna y el sol.
Se pierde al desliz
el tiempo fantasma,
el tiempo feliz.
Son galas de ayer,
las hijas del duende
sabían querer.
José María Eguren