NEGRO SAYÓN
Negro sayón
en el ventanil de la prisión...
Una blonda mujer delirante,
llamaba al hijo del corazón:
el que fuera celeste infante,
luego caudillo de Patria y gloria.
Negro sayón,
semejaba estantigua mortuoria.
La madre dijo:
—¿Dónde está mi hijo?
El sayón grave respondió:
—En el poste, de las manos fijo;
y enmudeció...
Y hubo calma terrible; el ambiente...
un helado sudor en la frente,
un mudo y árido llorar...
Un nublario las tejas cubría;
largas horas... Selene moría;
y en el muro cantaba el sayón.
Tremecida volvió a preguntar
por el hijo de su corazón.
—¿El infamado?
muerto queda en el poste colgado...
Negro sayón
se reclina espantable, dormido;
y su misión
la justicia tirana ha cumplido.
José María Eguren