EL PARAÍSO DE LILIPUT
Adán y Eva primorosa,
nacieron en nítida rosa;
como el rocío delicados
eran: brillantes y rosados.
Y en la mágica mecedora,
bajo transparente capuz,
tenían sueños de aurora,
juntos dormidos en la luz.
Lejos de espinas y de abrojos,
bajo de nimbos y guirnaldas,
abrieron sus cándidos ojos
en una gloria de esmeraldas.
Vecinas vieron y remotas
brillanteces de flores bellas,
con de rocío lindas gotas
que titilaban como estrellas.
Y principiaron los sutiles
perfumes, risas de colores;
sus almas tiernas, infantiles
eran hermanas de las flores.
Ceñidos de secreto aroma,
junto al estambre encantado,
ellos sabían el idioma
del paraíso perfumado.
Mas, a la floresta galana,
Adán a Eva prefirió;
y en el sueño de la mañana,
loco de amores la besó.
Gozaron carmín alegría
de alma pasión que lides cierra:
pero la rosa se moría
y descendieron a la Tierra.
José María Eguren