NOCTURNO
Las tristes almas, descubiertas
contemplan sus cadáveres en los fríos desiertos.
Y el plenilunio reina en un temblar de bruma,
el magnolio galante las glorietas perfuma.
El sereno se apaga en el jardín dormido,
en la vereda azul y el chalet escondido.
Sones vagos circundan en parterres y bancas,
a las niñas gentiles con galanuras blancas.
Los ojos centellean en obscuros instantes,
sollozan en la brisa dulces besos amantes.
Me abre la noche mágica su peregrina poma
con crueles suavidades de femenil aroma.
Sonríe tiernamente cálidas sensaciones,
trae de un nuevo pecado fugitivas canciones.
Pero en honda tristeza las almas, descubiertas
contemplan sus cadáveres en los fríos desiertos.
José María Eguren