SAL DE SODOMA
Amor mío, tráeme corriendo algún
lacrimatorio, a ser posible de cristal
traslúcido, no tengo
fuerzas para ser más cauto, sólo
consisto en una extenuante
complicidad de estatua
desde el mismo momento en que me viste
salir del lupanar con la mujer de Lot.
José Manuel Caballero Bonald