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Recordé hasta sangrarme
A pocos pasos del silencio
el mismo árbol, el mismo aroma sofocante
de las delgadas hojas que se inician.
Recordé hasta sangrarme.
El ruido aquel de nuestros muslos
entre sábanas sordas,
el día disipado para cubrir el miedo,
los campos y ciudades que poblamos
y el vaso roto que cortó la tarde.
Deshabitada, luciérnaga mía,
gemela de aquel año es tu belleza.
Para quererte, para rabiar a vida y hombre,
sólo la hermosa muchedumbre de quedarnos muertos.
Juan Bañuelos