EL INCENDIO HOSPEDADO
Con este corazón casi vacío,
casi incendio de música en mi cuarto,
sigo, Silencio, tu quebrado olvido
de penetrante buque.
Una mano que no puede alcanzarte,
una espiga que no puede crecer
cuando ya es aplastada
por el granizo fugitivo de los días,
Óyeme hablar de las sombras que muerdo,
mírame como a un hombre que ha perdido
en una casa ardiendo
los párpados y el color de sus ojos.
No hagas la señal del silencio para que calle.
Puedo. Aún puedo un poco:
llorar, gemir, hablar en voz baja, decir
que yo te amo furiosamente
como un rayo que cae, de pronto, en el jardín.
Juan Bañuelos