UN PRESO SUEÑA
Callado, inmóvil, cara arriba
con su mirada y con su rabia,
se pierde en la hendidura corrosiva
que aquel hombre ha llegado a imaginar la gavia
de un velero que boga boca abajo.
Espesa niebla
tiene la travesía:
el mar el mar es un trabajo
de olas y cielo que atiniebla
la luz de hipocresía.
Nada de tierra, solamente el techo
de agua soñada.
Las rejas son los palos mayores,
la cubierta es su pecho,
y si mueve sus brazos la nave va inclinada
con su armadura de estertores.
Los hijos y la patria ¡prisión a la deriva!
Hoy ha llegado al puerto
una marea decisiva:
la libertad.
Nadie aún despierto
De pronto
se hunde el barco
y todo.
¡Cómo callada, soledad, regresas!
¿Qué se ha salvado de algún modo?
La libertad (que extraño nombre).
El reo se quedó prendido de una de esas
eternidades del hombre.
Juan Bañuelos