PARQUE ZOOLÓGICO
La sombra de un pájaro
me advierte del tiempo fugitivo.
La lluvia moja el silencio de las piedras
y cada choza de la colina bala
entre los álamos. Alguien tose
y toma la receta de las cinco.
El restallar de la ropa que lavan
en las orillas del Sabinal,
muere con el crepúsculo,
en la poza del Cura oscuramente juegan
los niños con las niñas,
y los árboles amarillos y los monos
y el chillido del águila
y el gruñido del puma
detienen mi corazón cercado de luto.
La sombra del pájaro se inclina.
Y mientras una ola sonora de marimbas
me arrastra, viene la zozobra
entre campanas del Angelus,
vienen cuatro albañiles borrachos
mecidos por el viento
(el viento de Tuxtla es un viento compadre:
nos cuenta al oído lo que dice el pueblo).
Qué cortejo devotamente ajado,
el cielo es una boa en la copa de un árbol
y cuatro hombres avanzan.
La niña ahogada sueña con la ardilla.
Juan Bañuelos