NOTICIA
Cada día al llegar a la oficina
Saludamos con ese ademán
Dejado a la costumbre,
Nos miramos la risa polvorienta,
Queremos que alguien hable por teléfono
Y callamos.
Los días van escribiendo en nosotros, nos sellan como actas de juzgado
Y luego hablamos de ellos
Como si fueran personas conocidas.
He aquí que sentamos
En nuestra mesa a la hora más grave
Y le damos un trato de recién venida.
(Nadie nos preguntó al llegar
Si sabíamos mucho, si ignorábamos,
O si nada más éramos herederos del ojo del espanto).
Y esto es de siempre.
Hoy tengo la cara del niño enfermo
Que no quiere comer, ni jugar
Y que habla a solas.
Con ternura me estoy cosiendo los ojos,
Me estoy peinando la sangre
Como un cabello espeso.
Mientras me digo cosas que ya olvido,
Mientras husmeo la basura en la calle
A través de vidrios movidos por las moscas,
Leo, como viniendo de un viaje
«Dos cosmonautas rusos giran
Alrededor de la tierra».
Tengo vergüenza de estar triste.
Estallo.
Juan Bañuelos