En la extraña y mimética noche
que aún pudiera hacerse traidora
desde mi amplia mesa de trabajo y estudio
arrojo entusiasmado los proyectos
a la cama donde duermes
con la boca abierta
fiada en mi buena estrella.
Veía muy pocas posibilidades
y me preparaba intensamente
para reanudar la vida.
Esta vez el tiempo y la ocasión
llegaron juntos
y me impulsan poderosamente.
He venido a despedirme de todos
a proseguir la desconocida aventura
después de mi caída por el puente de hierro.
Te hubiera despertado
ahora que mi entusiasmo
colmaría tu larga espera
sin cuencos ni collares.
Pero estaba corrigiendo mis ideas
de acuerdo con las de mis enemigos
y ascendí a los infiernos.
Saludad a muerte este último esfuerzo
en la lucha decidida contra todo.
José Antonio González-Haba