A JESÚS
Si tú eres Dios, te adoro;
si eres Hombre, te admiro:
cuando en la Cruz te miro,
me postro ante la Cruz.
Levanto la cabeza
y veo en tu agonía
brillar del nuevo día
la bienhechora luz.
Hijo del hombre, siempre
te llama la Escritura.
Humana criatura,
¿Serás hijo de Dios?
—Yo inclino mi cabeza
ante el arcano inmensa:
pero te estudio, y pienso
que como Tú, no hay dos.
¿Cuál hombre te ha igualado?
¿Quién como Tú ha sabido,
no el mal dar al olvido,
pagar con bien el mal?
¿Quién, sobre el cieno impuro
de Roma la pagana,
brotar hizo lozana
la virtud inmortal?
¡Perdón! dicen tus labios:
¡Amor! se lee en tus ojos;
y mientras tus despojos
palpitan de dolor,
Tu Espíritu, venciendo
del cuerpo la tortura,
¡Perdónalos! murmura,
¡Perdónalos, Señor!
¡Jesús! tu dulce nombre
es de virtud emblema:
tu vida es el poema
de nuestra redención.
Pasando irán los siglos
y siempre tu doctrina
será la luz divina
que alumbre el corazón.
Si tú eres Dios, te adoro;
si eres hombre, te admiro:
cuando en la Cruz te miro,
me postro ante la Cruz.
Levanto la cabeza,
y veo en tu agonía
brillar del nuevo día
la bienhechora luz.
Jacinto Albístur