EMIGDIO TROYANO
(Fusilado por los españoles en 1816)
A Emilo Pradilla
Fue en los días sombríos en que la patria, muerta
Parecía en su senda de sangre y amargura...
El prisionero duerme junto. La noche fría, oscura.
Los centinelas todos pasan la voz de alerta.
Ella, amor de su vida, logra entrar; lo despierta;
«¡Aquí la muerte. Parte!» le dicen con dulzura;
Y ante ruegos y llanto cambió de vestidura.
Ella quedó de hinojos, y él libre halló la puerta.
Pero al verse en la calle, con femenil vestido,
Él, fiero en los combates, que siempre con la espada
En alto, se abrió paso, sintiose envilecido;
Y en el instante mismo volvió al cuartel. Al día
Siguiente, su cabeza, lívida, ensangrentada,
En escarpia de hierro la multitud veía.
Ismael Enrique Arciniegas