EL NEGRO INFANTE
De un gran «Te Deum» era el fausto día:
Bolívar, Santander, Sucre adelante,
Y con rico uniforme el «Negro Infante»,
El primer uniforme que lucía.
En su sillón, nervioso se veía,
Y el sudor inundábale el semblante;
Y era tal su inquietud en ese instante
Que casi desmayarse parecía.
«¿Qué tendrá?» preguntaban, él, valiente,
Él, que en todo combate al ver al frente
A un español, le grita: «¡Cepos quedos!»
Y cuando estaba el Arzobispo alzando,
Ambas botas quitose murmurando:
«La libertad es buena hasta en los dedos».
Ismael Enrique Arciniegas