EL LOTO
Sobre el odio y ruindad que al hombre bueno
Escollos son, o sombras en su altura,
¡Alza tu corazón, siempre sereno,
Donde una luz purísima fulgura!
Del hondo Nilo azul, junto a un barranco,
Y hundidas sus raíces en el cieno,
El loto surge, más su cáliz blanco
Al sol se mece, de perfumes lleno.
Ismael Enrique Arciniegas