EXTÁTICA
En medio de los hombres, amada, dulce y bella
Cruzaba como una alba, como un radioso ensueño;
Después su rojo labio dejó de ser risueño,
Y semejaba, pálida, una enfermiza estrella.
Las puertas de un convento cerráronse tras ella;
Era todo lo humano, para su amor, pequeño;
Y hoy se abre ante sus ojos .el mundo azul del sueño,
Y finge que su planta ya el Paraíso huella.
Lejos del mundo triste, donde el dolor es austro,
Su alma es incensario, y aquella flor del claustro
Derrama en torno suyo de santidad perfume.
Cerrado para siempre su oído a la lisonja,
De rosas y de lirios riega el altar la monja,
Y en éxtasis, orando, su vida se consume.
Ismael Enrique Arciniegas