SONETO I
A una vieja que se tenía por hermosa
Tenéis, señora Aldonza, tres treinta años,
tres cabellos no más, y un solo diente,
los pechos de cigarra propiamente,
en que hay telas de arañas y de araños.
En vuestras sayas, tocas, y otros paños
no hay tantas rugas como en vuestra frente;
la boca es desgarrada y tan valiente,
que dos puertos de mar no son tamaños.
En cantar parecéis mosquito, o rana,
la zanca es be boñiga, o de finado,
la vista es de lechuza a la mañana.
Oléis como a pescado remojado,
de cabra es vuestra espalda, tan galana
como de pato flaco bien pelado.
Este es vuestro traslado;
de todo cuanto oís no os falta cosa:
decid que os falta para ser hermosa.
Diego Hurtado de Mendoza