EPÍLOGO
HORACIO, Exegi monumentum
Odas, Libro III
He bajado de mi monumento.
Rompí el espejo, no creo en mí mismo.
Soy más fugitivo que el aire
y menos duradero que las ruinas.
No puedo compararme a Dante en poesía.
Ni siquiera a la lluvia que el sol borra.
Mi fama es invisible como el viento.
Desde los cuarenta no cuento los años, los descuento.
A hombres como yo que no tuvieron poder
ni dinero, sólo les queda realizarse a sí mismos
(sin monumentos). Mientras Mandamases y Midas
otorgan premios y ascensos al Olimpo,
yo voy ufano con el cabello hirsuto.
Que el Mono, el Puerco y el Gusano
se metan los laureles por el culo,
yo he bajado de mi monumento.
Durante el vuelo París-México, lunes 10 de agosto de 2009
Homero Aridjis