Hay un ángel de este lado de la calle.
La luz reverbera en sus ojos. Escucha
atentamente la voz de los pájaros caídos.
Camina sin sombra hacia nosotros.
Lleva las alas plegadas sobre la espalda.
No quiere que la gente sepa que es un ángel.
Pero todo el mundo sabe que es un ángel.
En la oscuridad sus ojos dorados brillan.
Uno puede encontrarlo por sus ojos. Dicen.
Este es el tercer ángel que encuentro hoy en la ciudad.
Tal vez es una ilusión, una alucinación.
Tal vez es una refracción de la luz después de la lluvia.
No había visto uno desde los vientos de febrero.
Como aquel de la madrugada, cuando el cielo azulea de frío.
No sé si está afuera o adentro de mí. Como
aquél.
No sé si es la lluvia misma o sólo mira caer la lluvia.
Porque el ángel es una interioridad extrovertida.
Es un hombre que vuela, un espíritu que camina.
El ángel no se da sin lucha. Dicen.
Conocer un ángel es conocer una poca de realidad.
Pero yo conozco nada. Yo sólo estoy mirando a un ángel.
Homero Aridjis