SOBRE ÁNGELES
IV
Entre las viejas del pueblo de Huautla hay una,
sin nombre, que todos los atardeceres
mete con los ojos
a un ángel detrás del cerro.
No hay nada singular en este acto,
porque las viejas de Huaucla están acostumbradas
a hablar con criaturas espectrales.
Lo único diferente es que ella escucha,
todas las tardes,
al ángel de dedos dorados
tocar la música de la luz.
Homero Aridjis