RETRATO DE MI PADRE CON TIJERAS
Llueve en Contepec, mi padre está en la tienda
y las tijeras en su mano se abren como dos cuchillas.
Las tijeras al cerrarse rasgan la manta, tela de pobre,
como si la vida se vendiera por centímetros.
El metro sobre el mostrador ignora lo que mide,
¿o su madera mide en secreto la tristeza de mi padre?
Porque tendero y cliente parecen cortados por la misma tijera,
la de la tristeza sin razón ni límite.
Llueve en Contepec, la tarde empedrada viene por la calle
hacia la casa donde mi madre cuece los duraznos.
Es una tarde verde que anda por los cerros
y abre la puerta del zaguán, puerta de toda maravilla.
Homero Aridjis