MARDIS LONGTEMPS VACANTS
(S. Mallarmé)
Se fue Édouard Manet
—el ojo, la mano—
para ordenar quizás
el misterio del negro.
Se fue Paul Verlaine
ofendido de todo:
la soledad, el frío, la penuria, la esposa.
Se fue Arthur Rimbaud
con su cara oval de ángel en exilio
y sus manos rosas llenas de sabañones.
Me fui también yo.
Atravesando el más allá del verso
encontré la muerte, la nada.
Homero Aridjis