EL PEQUEÑO EDIPO
Durante un ritual, María del Carmen Ríos
García le sacó los ojos a su hijo Fernando,
de cinco años, para salvar al mundo de
un terremoto devastador.
Nota roja, sábado 26 de mayo de 2012
A Carlos García Gual
Era de madrugada,
la madre levantó al hijo,
y entre imploraciones y rezos
al dios de los temblores de tierra,
le clavó los dedos en las cuencas,
le sacó los ojos para «limpiárselos»,
y así salvar al mundo de un gran terremoto.
Abrió la puerta de la vivienda miserable,
situada en el cerro de la ciudad perdida,
y echó al pequeño Edipo,
con sangre chorreándole por la cara,
para andar a tientas los caminos de la tierra
anunciando el fin del mundo.
Homero Aridjis