SIMPLEMENTE ASÍ FUE
31 de agosto
Nadie tiene la culpa del fracaso
de mi esperanza. Se cayó mi alero
porque era frágil y cedió primero
que hubiera sed en el agreste vaso.
Nadie tiene la culpa de lo escaso
de mi abundancia. Construí granero
y me quedé sin mies un año entero
y otro año más y hasta la vida acaso.
Y aguardé y aguardé la justiciera
brizna de anís y la cocción triguera,
y el tímido manjar no fue servido.
Aguanté cual la bestia y el soldado,
y al festín comunal no fui invitado,
aunque me puse mi mejor vestido.
Germán Pardo García