ÚNICO DUEÑO
Unos pocos centímetros apenas.
Los tengo calibrados y medidos.
¡Ahí dormirán mis ojos, los oídos,
la carne magra, sus vulgares penas!
¡Ya he probado el sabor de esas arenas,
por conocer desde antes sus sentidos:
huelen a orín, a fémures podridos,
a cáncer de nocturnas azucenas!
¡Yo seré propietario de este oscuro
rincón de cal y sólido diseño!
¡Pero nadie vendrá frente a este muro
a codiciar dormir con este sueño,
o a estremecer el socavón seguro
y despertar al rencoroso dueño!
Germán Pardo García