ÁNGELES DE LA AMISTAD
En esta casa el poblador amigo
os dará de su pan ácimo y tierno,
al pie de los rescoldos que al invierno
le opone ya su entibiador abrigo.
Por vosotros mis dádivas entrigo.
Comedlas en lo puro y en lo interno,
pues en mi soledad hay algo eterno
que no se ve pero que está conmigo.
Y sentí que un instante los manteles
brillaron; a tavés de los canceles,
alguien pasó sin imprimir sus huellas.
Me quedé en jubiloso arrobamiento,
y cuando fui a tocar el alimento
hallé un racimo cenital de estrellas.
Germán Pardo García