LOS ÁNGELES DE VIDRIO
3
Nunca salían del humilde templo
donde alguien que ignoré los levantó
sobre un altar, como sencillo ejemplo
de alguna alma que entonces floreció.
Nunca salían del humilde templo,
y empolvados mi espíritu los vio
por días y por días. Los contemplo
sobre su altar que al fin envejeció.
Me parecían pájaros de pena,
cautivos, con sus alas de verbena
caídas en sonámbula quietud.
Con sus alas de alondras empolvadas,
y en los ojos estrellas apagadas
y en sus manos tristísimo laúd.
Germán Pardo García