MANOS DE UN HOMBRE
Manos de las tormentas, pero mudas;
del silencio tapiado, pero activo;
quitándole al segundo fugitivo
tiras de nervios, crápulas desnudas.
En la sombra, contráctiles, ganchudas
como hambrientas tarántulas, cautivo
dejan mi corazón imperativo,
de su silencio y amenazas rudas.
Siempre en el arrebato y cabalgantes;
insaciadas, me sirven para cosas
inmundas o sublimes de la vida.
Manos sordas y ciegas y escarbantes;
profanando paredes misteriosas;
buscando una evasión, una salida.
Germán Pardo García