NAVES EN TIERRA
Zarpan con rumbo a orillas de la tierra clemente
y en su misericordia hunden el flanco herido.
Son los barcos sin mares de silencio oprimido
por unas manos sordas y un ímpetu yacente.
Cuando sueltan las anclas en la tierra se siente
rudo golpe de azadas, y un responso surgido
de unas atardecidas catedrales de olvido,
con lámparas y cúpulas de cedro reverente.
"Has vuelto a ser del polvo la firme semejanza".
Y a tiempo en que la voz destronca la esperanza
y occidentales ramos la oscuridad prosterna,
la nave por abismos subterráneos se mece,
y el aire agua de cielos vencidos estremece,
con un temblor lejano de pálida cisterna.
Germán Pardo García