CELESTE LIRIO
Si la vida me diera un verdadero
lirio de amor y una celeste rosa,
¡con qué ansiedad de mano jubilosa
les abriría el corazón entero!
Si he de tocar el lirio, tan ligero
como la luz, la mano silenciosa
se me vuelva divina y cada cosa
tenga en mi vida su esplendor primero.
Y así podrán la rosa y el celeste
lirio, mostrarse en su abismal blancura,
sobre la transparencia de los días,
y yo ascender hacia la luz, sin este
corazón desterrado en la amargura
de todas sus imágenes vacías.
Germán Pardo García