DIÁLOGO EN LA SOLEDAD
Hablo contigo, oh Muerte, en la dulzura
de esta paz que rodea mi morada.
Hablo contigo, en voz iluminada,
sin que mi lengua tiemble de pavura.
Y te muestro mi vida, ilesa y pura;
pronta a seguir en pos de tu pisada.
Tú me escuchas, y el brillo de tu espada
deslumbrador de eternidad fulgura.
Yo te digo que están mis dones prontos.
Tú me señalas diáfanos tramontos
y me respondes que cantando iremos
hacia tu soledad limpia de llanto.
Yo te escucho. Y la noche entre su manto
ampara nuestros diálogos supremos.
Germán Pardo García