A LA ESPERANZA
¡Mágico nombre que el mortal adora!
¡Luz de amor: sostén de la ambición!
¡Tú, cuya mano al porvenir colora!
¡Cuyo aroma embriaga a la razón!
* * *
¡Bien del feliz: consolación del triste!
¡Del alto Dios sonrisa paternal!
¡Por él al mundo concedida fuiste
Como al desierto el límpido raudal!
* * *
Eres un ángel que acompaña al hombre
Desde la cuna al fúnebre ataúd,
A la inocencia hechizas con tu nombre,
Alientas con tu voz a la virtud.
* * *
Tú sola das un bálsamo divino
Al lacerado y yermo corazón,
¡Y de la vida en el erial camino
Tuyas las flores que se encuentran son!
* * *
¡Hasta en la losa de la tumba fría
Vierte tu luz divina claridad,
Que al penetrar en m mansión sombría
El hombre aguarda inmensa eternidad!
* * *
Por ti el guerrero de su hogar querido
Corre al combate con heroico ardor,
Y del cañón el hórrido estampido
Escucha sin espanto ni temor.
* * *
¡Tuya es la voz que le promete gloria,
Tuyo el afán que se despierta en él,
Mostrándole una página en la historia
Y una corona eterna de laurel!
* * *
El marinero que en el frágil leño
Surca el imperio del voluble mar,
Sueña en tus brazos, de tesoros dueño,
Volver feliz al apacible hogar.
* * *
Si al ocio blando y al placer se niega
El vate que arde en estro abrasador;
Si su laúd dulcísono se riega
Con lágrimas amargas de dolor.
* * *
Suena tu voz, que escucha enardecido,
Reveladora de alto porvenir,
Y de las leyes del eterno olvido
Intenta audaz un nombre redimir.
* * *
¿Y qué le importa que en inmundo cieno
La envidia exhale su infernal vapor,
Que vierta insana su cruel veneno,
Y ronca lance el grito detractor?...
* * *
¡Oh! cuando se alza en el brillante cielo
Mirando al sol el águila real,
No ve al reptil que en el oscuro suelo
Vibra impotente su aguijón fatal.
* * *
Y tu, tierno amante:
Que triste suspiras
De ausencia las iras
De olvido el rigor,
¿Qué bálsamo grato
Mitiga tu pena,
Y encanta y serena
Tú acerbo dolor?...
¡Tú sola, esperanza!
Tu influjo divino
Del crudo destino
Se sabe burlar.
No temen tus flores
La fuerza del hielo,
Y en árido suelo
Las haces brotar.
* * *
¡Ven, pues, ¡oh Diva! tu favor imploro!
¡Muéstrame ya tu seductora faz!...
¡Ah! no te pido ni el laurel, ni el oro,
Solo ambiciono sosegada paz.
Déjame ver en venidero día
Una choza pajiza entre verdor,
Donde a la sombre de enramada umbría
Las aves canten su inocente amor.
* * *
Allá me ofrece la apacible calma
Exenta de temor y de inquietud,
Descanso dulce que apetece el alma,
Tras tanto afán de ardiente juventud!
* * *
Deja que aspire los ambientes puros
Que no infestan pasión o interés vil,
Y que no se alcen ostentosos muros
Para privarme de la luz sutil.
* * *
No, que no encuentre mármoles ni bronces,
Que presten su dureza al corazón,
Y libre siendo y venturosa entonces
Me inspirarán sus dueños compasión.
* * *
Mas en la tarde, al margen del arroyo,
Veré contenta al labrador pasar,
Del pueblo honor, de su familia apoyo,
Que alegre torna a su tranquilo hogar.
* * *
Y del ganado escucharé el balido,
Y allá distante el compasado son
Con que se anuncia al ánimo abatido
La hora feliz de calma y oración.
* * *
Sauces dolientes, palmas solitarias,
Templos serán, no ingratos al Señor,
Donde dirija al cielo mis plegarias,
Cual puro aroma de inocente flor.
* * *
Será la grama mi alfombrado suelo,
Tendré do quier magnífico dosel,
Harán las hojas su vistoso velo
Y flores mil resaltarán en él.
* * *
Y mientras duerma en el modesto lecho
No sentiré latir el corazón,
Ni conturbarse mi agitado pecho
Con ensueños de gloria ni ambición.
* * *
Al despertar con las pintadas aves
Saldré a los campos, saludando al sol,
Y entre perfumes cándidos, suaves,
Me embriagaré de luz y de arrebol.
* * *
Para mi mesa ofrecerá la oveja
Su blanca leche, y frutas el vergel,
Agua la fuente, y la industriosa abeja
Panales mil de perfumada miel.
* * *
¡Ay! este cuadro, que mi mente halaga
Pinta, ¡esperanza! en mágico cristal,
Y ante su bella sencillez, deshaga
Sus prestigios la pompa mundanal.
* * *
¡Deja que alegre tus promesas crea!
¡Deja que venza al desaliento atroz!...
¡Y aunque mentida mi ventura sea!
Y aunque desmienta el porvenir tu voz!
* * *
Y pasen del mundo
Placeres risueños.
De gloria los sueños.
De amor la ilusión;
Y pasen las voces
Del frío ateísmo,
Que arroja el abismo
De estéril razón.
Y pasen pugnando
Las viejas naciones,
Queriendo eslabones
Eternos romper,
Y oprima el tumulto
Legítimo dueño,
Y tiemble del ceño
De intruso poder.
Y pasen del hombre
Locuras, dolores.
Blasfemias, furores,
Proyectos sin fin.
Veré solamente,
Mecida en tus alas,
Mi choza, las galas
Del bello jardín.
Y en vano del mundo
La pompa engañosa
Mi paz venturosa
Querrá perturbar.
Seré a su atractivo,
Que al necio alucina,
Del monte la encina,
La roca del mar.
Mayo de 1839
Gertrudis Gómez de Avellaneda