PAZ DE LA TARDE
Puerto al ocaso... ¡Ribera
blanca!... ¡Cuán largo soñar
en el dolor de una espera
cuando nada hay qué esperar!
Quizá qué ojos de quimera
a esta hora triste del mar
tengan más que yo... siquiera
un olvido que llorar...
Alma del destino grave.
Se va ya la última nave
con el rubio atardecer...
¡Qué dulce cosa sería
irse también algún día,
pero para no volver!...
Gregorio Castañeda Aragón