SONETO XLIII
Fortuna, cuya impía providencia
condena al pobre a eterno sufrimiento,
si no hay bien en sus males, ¿con qué intento
en su daño es piadosa tu inclemencia?
Si entiendes que es hacerte resistencia
tener paciencia en el mayor tormento,
fallezca en él, sepúltese su aliento;
que la muerte en el pobre es conveniencia.
«La muerte ignora que en el pobre hay vida».
Respondes; ¡oh cruel más que la muerte!
pues ni muere ni vive, reducida
su vida a entrambos riesgos de tal suerte,
que la muerte se excusa con la vida,
y la vida se excusa con la muerte.
Francisco de Trillo y Figueroa