XIV
A UNA DAMA QUE MIRABA DOLOROSA EL SEPULCRO DE UN GALÁN, CON QUIEN HABÍA SIDO ESQUIVA
¡Qué tarde, oh Fili, tu rigor se admira
del efecto que amor hace oprimido,
pues ya en fuego tu hielo convertido,
sólo sirve de hacer mayor la pira!
¡Qué tarde, oh Fili, tu rigor aspira
a detener el riesgo prevenido,
pues miras su memoria en el olvido
cuando el olvido tu memoria admira!
Mas ¡ay cruel! que no es piedad tu llanto,
sino rigor, con que le solemnizas,
porque arda más aprisa su alta gloria.
Mas ella vivirá felice en cuanto
abrigare tu hielo en sus cenizas
la gran fe de esta última memoria.
Francisco de Trillo y Figueroa