SONETO XII
Tierra, a quien nunca el sol muestra su cara,
Ni la luna jamás limpia su frente,
A quien de cuanto ha menester la gente,
Natura fue como madrastra avara;
Con cuan justa razón se me empleara
(Pues que partí de mi perpetuo oriente)
Que extraño y solo miserablemente
La vida entre tus nieves acabara.
Do amoroso Pastor mi sepultura
No cercara de rosas y violas,
Ni dixera con lágrimas piadosas:
Fili supo tu muerte sin ventura,
Tírsi, y te ofrece dos lágrimas solas
Mas que el llanto de Niobe preciosas.
Francisco de Figueroa