SONETO VIII
Fiero dolor, que alegre alma y segura
Hacer pudieras triste y temerosa,
¿Cómo con mano larga y enojosa
Derramas sobre mí tanta dulzura?
No siente otro descanso, ni procura
Mayor deleite el alma congojosa,
Que abrir la vena fértil y abundosa
Al llanto, que me da mi desventura.
Por ti le alcanza; que tu sombra encubre
La causa de mis lágrimas apenas
Confiada a mí mismo pensamiento.
Mas solo he de llorar las que van llenas
Del fuego que me abrasa, y se descubre
Que nacen de más áspero tormento.
Francisco de Figueroa